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martes, 6 / junio / 2023

EDITORIAL: Día del Trabajador

Desde 1889 se celebra en muchos países el Día Internacional de los Trabajadores. Se eligió la fecha en homenaje a los obreros que murieron por haber participado en una huelga, que se inició un primero de mayo en el año 1886 en Chicago, para conseguir jornadas de ocho horas laborales.

En nuestra legislación nacional, el 8 de diciembre de 1942 se incorpora la jornada efectiva de trabajo de no más de ocho horas de trabajo. El artículo 46 de la Ley General del Trabajo establece que la jornada efectiva no excederá de ocho horas por día y de 48 por semana, siendo de 40 horas por semana para las mujeres trabajadoras, diferenciándose de la misma manera la jornada de menores, la de horario discontinuo y por equipos, conforme establecen los artículos 47 y 48.

En Bolivia, la historia nos cuenta que el hombre viene luchando por mejores condiciones laborales desde la Revolución Industrial, época en la que los obreros fueron sistemáticamente reemplazados por las máquinas. Esta conmemoración siempre constituye una fecha de mucha importancia para los trabajadores del mundo en general y para los bolivianos en particular.

Es innegable que se ha progresado mucho en la legislación laboral. Sin embargo, aún es alto el nivel de subempleados y desempleados. En Bolivia, a pesar de la disminución de las cifras, quienes no llegan al empleo pleno constituyen una gruesa mayoría de la población, si sumamos subempleados y desempleados.

Garantizar el ejercicio del derecho al trabajo es un gran reto para el gobierno nacional, los gobiernos departamentales y para la sociedad misma, pues no se trata solamente de la oportunidad de obtener recursos que permitan subsistir, sino de participar activamente en la vida colectiva y contribuir a construir el país en que vivimos. Es pues una cuestión de realización plena de la condición humana que, en justicia, no debe ser negada a persona alguna.

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