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martes, 30 / mayo / 2023

Luis Arce evoca a Nilo Soruco, el cantante revolucionario de Tarija que combatió a las dictaduras con su brillante música

Como el gran tarijeño que usó su música como protesta contra las dictaduras, definió este viernes el presidente Luis Arce al “cantante revolucionario”, Nilo Soruco, al recordar los 19 años de su fallecimiento.

“Rendimos un justo homenaje al cantante revolucionario, Nilo Soruco, un gran tarijeño que usó su música como protesta contra las dictaduras”, afirmó Arce en sus cuentas oficiales de las distintas redes sociales.

El poeta, cantante, compositor y político sindicalista nació el 6 de julio de 1927 en su amada Tarija.

“Fue Premio Nacional de Cultura y ejemplo de compromiso social desde la lucha sindical.¡Honor y gloria!”, apuntó el jefe de Estado en su mensaje.

El compromiso social de Soruco le costó una feroz persecución de los regímenes dictatoriales.

Cuando Hugo Banzer Suárez se instaló en Palacio Quemado, por la fuerza de la bota y el fusil (el 21 de agosto de 1971), Soruco, al igual que sus compañeros, tomó lo que pudo de su hogar, en Tarija, y partió sin miran con claridad el horizonte.

Rompió la frontera con sus 44 años, se llevó la guitarra y dejó la promesa de volver.

Se instaló, como muchos exiliados, en Salta, Argentina. Se empecinó en sus anhelos y continuó su militancia y no pactó sus principios en lo más mínimo.

Pese a estar lejos, el otrora integrante de los Montoneros de Méndez, Los Cantores del Valle y Los Embajadores del Guadalquivir era una constante preocupación para el gobierno de facto de Banzer. El dictador quería saber todo lo que hacía, dónde vivía, con quién se reunía y qué escribía.

Ordenó, así, a su vicecónsul en Salta, Gustavo Sejas R., realizar el seguimiento, no solo de Soruco, sino de todos “los extremistas” y “subversivos” radicados en Argentina.

De Socuro, uno de informes recuerda que “fue miembro de la COD y la Asamblea del Pueblo” y advierte que “tiene muchos comunicados contra las FF.AA. Es militante activo del P.C. Pekinés” y que “no fijó domicilio”.

El seguimiento que aplicó la dictadura tenía uno solo fin: la desaparición de los exilados.

Soruco, en cambio, fue apresado en 1973, luego de recobrar su libertad volvió al exilio. Esa vez se fue a Caracas, Venezuela, y desde ahí continuó incomodando al dictador. Escribió “La Caraqueña”, el himno de los exiliados. Cuando la noche oscura de las dictaduras dejó el cielo boliviano, Soruco volvió a su tierra con la guitarra en la mano. Eso sucedió a inicios de la década de los 90.

Como consecuencia de un paro cardiaco, Soruco falleció el 31 de marzo del 2004. Tenía 76 años.

A pesar de su ausencia, varias entidades le rinden contantes homenajes. En febrero, la Cámara de Senadores otorgó a Soruro un reconocimiento póstumo con el “Premio a la Democracia-Juan Carlos Bedregal” por su contribución a la consolidación de la democracia en Bolivia. /Abi

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