Hace un par de días atrás en Tarija los difuntos tuvieron su visita en diferentes formas, por un lado en la peculiaridad de la noche de Halloween donde acompañan fiestas y encuentros entre amigos, y por el otro en la fiesta de todos los santos, donde familias y sus difuntos comparten un espacio.
Con la llegada de las almas, revivieron también las leyendas urbanas de esta región del país, las que son contadas a detalles por los abuelos de las familias que las aprovechan para hacer asustar a sus nietos con las mejores historias de terror y suspenso que ocurrieron en suelo chapaco.
Una leyenda urbana puede llegar a tener infinidad de versiones, situadas generalmente en el entorno de aquellos que las narran y reciben, todas las personas en Tarija tienen una historia que contar, porque desde las costumbres de antaño está reflejada una lucha constante entre el bien y el mal, la oscuridad y la luz, para los cristianos entre Dios y el diablo, principalmente en el área rural de Tarija.
El silbaco (lo narra Mario de 45 años)
Se dice que por las noches, en lo más profundo de la selva chaqueña y frió que viene del sur, en los montes y quebradas se suele oír un sonido estremecedor, parecido a un llanto o un lamento, al que los lugareños llaman el silbido del silbaco.
Si estas solo y con penas, puedes llorar sangre por el susto, dicen que el sonido es producido por una indiecita guaraní convertida en ave nocturna por su propio padre, padre malvado que no soportó los amores de su hija con un hombre que no era de su agrado y al que mató con un machete.
Su hija fue testigo de este crimen y el padre malvado para no ser descubierto convirtió a su hija en un pájaro, más conocido en el chaco como Silbaco y desde entonces esta indiecita convertida en ave, vaga arrastrando sus penas en el monte chaqueño y quien la escuche y trate de seguirla se perderá junto a ella.
El duende (lo narra Elías de 56 años)
Hace mucho tiempo estaba haciendo un relevamiento de área rupestre en Orozas, iba solo los sábados, pero una vez que levantaba la carpa tenía que caminar una media hora por lo menos para salir a la ruta, era en Orozas provincia Méndez.
Siempre que pasaba o volvía había una casita de un solo ambiente abandonada, un sábado que yo volví algo me hizo que gire mi cabeza, sentía temor, giro mi cabeza y miro al duende en el techo de la casa, lo que uno siente es como un balde de agua fría y mi espalda se en entumeció, seguí caminando pero como uno es curioso volví a darme la vuelta y el duende ya estaba en la puerta de la casa, y desde esa vez ya no me volví a quedar a dormir ahí.
Era un persona vieja, bajita y con sombrero, claro que lo vi como de aquí a uno cien metros.
Fantasmas del Castillo Azul (lo narra Marcela de 57 años)
Alguno de los que vivían es esta casa grande que data del siglo XIX, afirman haber encontrado de forma seguida objetos de la casa ubicados de un modo distinto al que fueron dejados el día anterior.
A mí me paso en una época que iba a limpiar esa casa por trabajo, solo con entrar a la parte delantera se eriza la piel y se hace como un nudo en la garganta, no puedes hablar, pero igual con esa sensación tenía que seguir limpiando, así que lo hacia lo más rápido posible porque a cada rato el ambiente se pone más pesado mientras más estas en ese castillo.
También escuchan ruidos semejantes a pasos, puertas y ventanas que crujen al ser abiertas y la escalofriante sensación de una presencia cercana que sin embargo no se puede ver a nada, solo se siente.
La viuda Negra (lo narra Martín de 30 años)
Decía mi abuelo que en las calles más antiguas de la ciudad como las del cementerio la calle Cochabamba, el camino a San Blas o cerca del puente de Tomatitas, si estas solo y más aún si has bebido, se te aparece la viuda negra, una mujer vestida todo de negro que se te va acercando con el afán de no sentirse sola.
Pero uno no tiene que tener miedo, pero tampoco hablarle, solo seguir caminando, mucha veces la viuda solo acompaña a los hombres sin hacerles nada, ningún daño pero otras veces si lo hace, depende de cómo tú la enfrentas.
Su aparición siempre es de noche y su manto negro se mueve con el viento.
Fantasmas de la Casa Dorada (lo narra Paola de 24 años)
Yo hablé con el sereno de la Casa Dorada, teníamos una actividad y estábamos charlando con el señor y él decía que se escuchan pasos que las puertas se abren se cierran, al comienzo él dijo que le incomodaban esas cosas pero al último dijo que se acostumbró a los ruidos, pero de que se sienten presencia de fantasmas o algo así se siente.
Así que en todo el recorrido que realizamos en la Casa Dorada, todo el grupo estaba pendiente de cualquier cosa, y el mínimo ruido extraño ya era motivo para gritos y risas, es bien pesada esa casa en especial en al parte donde están las ropas de los que eran sus dueños, es como si se movieran solas.
Gatos se reúnen con satanás (lo narra Dilbert de 34 años)
En la comunidad de Lajas donde y soy, mi abuela contaba que cada vecino que tenía gatos decían que estos animalitos se alegraban cuando la familia peleaba, el papá, la mamá, los hijos.
Cuando había esas contiendas familiares, los gatos se alegraban y después toda la noche se salían al campo al lugar que se llama el Angosto donde todos los gatos se reunían, en una reunión convocada supuestamente por satanás, para que los gatos le informaran y los gatos les informaban yo he hecho pelear a mi ama y a mi patrón, eso pasaba cada 15 días, que se juntaban los gatos para contar lo que hacían en sus familias.
La llorona (lo narra Servando de 63 años)
Cuando yo salía sobre las 4.30 a 5 de la mañana me encontré con una mujer, en el barrio Luis Espinal, justo en la que ahora se llama la calle Harrinton, me encontré con esta mujer con un manto blanco y parecía un fantasma, de pelo largo y lloraba como si tuviera un dolor muy fuerte y se me estremeció el cuerpo.
Resulta que avanzó unos cuantos pasos y me volví a dar la vuelta y vi que me hacía señas para que avance hacia ella, pero se me estremeció más el cuerpo, me puse algo nervioso, y entonces sentí que algo me empezaba a chorrear por la nariz, me acerque la mano y era sangre, entonces me puse a correr hasta que encontré un taxi, y me asusté mucho, no volví a para nunca más por esa calle.
La dama de blanco (lo narra María de 45 años)
Contaba la gente mayor que por el cementerio a esas horas de la madrugada salía una mujer vestida de blanco pero no mostraba ella su cara, porque, por ejemplo, una vecina contaba que un amigo era taxista estaba pasando por el cementerio y justo esa señora de blanco le dice que lo llevara en su auto.
La señora se subió atrás del auto, pero cuando el dueño de la movilidad se dio la vuelta para decirle donde la dejaba, la señora de blanco no estaba.
Al día siguiente el mismo señor taxista va al cementerio a dejar flores a la tumba de su mamá, y en la ventanilla de una tumba cercana donde estaba su mamá vio una foto de la mujer que se subió a su taxi la noche anterior y desapareció y en la tumba estaba colgada una chompa y era la que él tenía en la parte de atrás de su taxi la noche anterior.
El hombre del saco (lo narra Jacinta de 66 años)
Una vez yo estaba bajando de mi casa, en San Lorenzo más arriba, yo estaba bajando y se me han aparecido por mi detrás , es bien alto y tiene un saco y camina súper rápido como si estuviera apurado, pero yo he empezado a gritar, los perros han salido y en mi frente a desaparecido.