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lunes, 6 / mayo / 2024

A OCHO DÉCADAS DE “NACIONALISMO Y COLONIAJE”

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por: Diego Hernán Moscoso Sanginés Uriarte

El 23 de febrero de 1943, la Asociación de Periodistas de La Paz lanza el “Concurso Nacional de Ensayos”, con el tema: “Influencia y función del periodismo nacional en el proceso histórico de Bolivia”. El 12 de mayo del mismo año, el Jurado Calificador decidió otorgar el primer premio al ensayo: “Influencia y función del periodismo nacional en el proceso histórico de Bolivia”, firmado por “Kisiabó”. El primer lugar sería merecedor de “Bs. 15.000.-” y la impresión de “un mil ejemplares”. La publicación del libro salió a la luz en 1944 con el título: “Nacionalismo y Coloniaje: Su expresión histórica en la Prensa de Bolivia”, Carlos Montenegro tenía 40 años de edad.

Transcurría el último año del gobierno del Gral. Enrique Peñaranda, en diciembre de 1943 fue derrocado por el Gral. Villarroel, acción en la que participó activamente Carlos Montenegro junto a los principales líderes políticos del MNR y militares de RADEPA. Yolanda de Montenegro relata en sus «Memorias»: “Las campañas del diario “La Calle” ayudaron en la conspiración para derrocar al Gral. Peñaranda… ambas fuerzas se unieron para librar definitivamente al país del dominio de la oligarquía”, añade “Los ex-gobernantes estaban presos… No hubo necesidad de disparar un solo tiro. Todo se desarrolló con admirable estrategia”. Inmediatamente, “Estados Unidos al tener conocimiento de la caída del Gral. Peñaranda, atacó al nuevo gobierno…negando el reconocimiento al régimen, porque según el Departamento de Estado, dos miembros de su gabinete eran reconocidos antiimperialistas. Ellos eran Carlos Montenegro y Augusto Céspedes”… “Para satisfacción del Departamento de Estado y el núcleo de intereses de la Rosca, el Presidente nombró Embajador de México a Montenegro”.

El 21 de julio de 1946 presidente Villarroel es derrocado y ajusticiado violentamente junto a sus principales colaboradores por una turba que ingresó al Palacio de Gobierno, para colgarlos en postes de la Plaza Murillo. Montenegro, como embajador en México, mediante una llamada telefónica se entera de lo sucedido, exclamando: «No se obró como se debía, permitieron infiltrarse a traidores, escribí tanto a Paz, a Armando Arce, todo esto es horrible, perder el poder después de tantos años de lucha»…»El MNR volverá al poder más fuerte que nunca, pasarán muchos años, tal vez seis». Montenegro tuvo que refugiarse en Argentina.

Sin embargo, la actividad política de Montenegro y su influencia intelectual toma relevancia a partir de los gobiernos militares de David Toro y Germán Busch. Su participación fue fundamental en el golpe de Estado al gobierno de Tejada Sorzano, con la presidencia de David Toro se inicia la era de los gobiernos «revolucionarios». La conquista del poder no necesitó derramar ninguna gota de sangre. En una ocasión, antes del gobierno de Toro, comenta la señora Yolanda, “Carlos fue víctima de un atentado que pudo costarle la vida. El agresor resultó nada menos que Tristán Marof, trotskista al servicio del Ministerio de Gobierno” … “(Marof) llevaba un largo abrigo negro… extrayendo del bolsillo un revólver apuntó a Carlos” … “él apretó el gatillo y disparó… La bala salió a dos cm. de la cabeza de Carlos”… ”Marof corrió hacia la esquina… donde le esperaba un automóvil con el motor en marcha”.

En las entrañas de “Nacionalismo y Coloniaje” podemos ver que la historia boliviana mantiene la misma tensión que generan los pensamientos y acciones que encarnan intereses económicos, políticos y culturales contrarios entre sí; cambian los personajes y el contexto histórico, pero permanece la disputa entre los “patriotas”, “nacionalistas” o “soberanistas”, frente los “anti bolivianos”, «antinacionales» o “anti patrias”. Las élites nacionales mediante la prensa escrita lograron alinear a la población con los intereses de la oligarquía. Las distintas sublevaciones y revoluciones populares, y los gobiernos que intentaron representar los intereses populares o “bolivianista”, se vieron ferozmente atacadas por las élites oligárquicas “antinacionales”.

Pero, además, y sobre todo, la prensa escrita fue una herramienta fundamental para lucha contra las clases sociales que ostentaban el poder económico, político y cultural, contra la monarquía al principio, continuando cíclicamente la emergencia de la prensa contestaría que contribuyó difundiendo las ideas de transformación social en las distintas gestas revolucionarias que experimentó Bolivia. Los presidentes “patriotas” acompañados por su respectiva prensa “revolucionaria”, según el análisis de Montenegro, fueron Bolívar, Sucre, Santa Cruz, Ballivian, Belzu. A la lista se podría incluir a los militares Toro, Busch y Villarroel, Ovando y Torres.

Montenegro y su producción intelectual lo ubican en el selecto grupo de los pensadores bolivianos con mayor influencia, sitial que comparte con Gabriel René Moreno, René Zabaleta Mercado, Guillermo Lora, Alejandro Almaráz y Marcelo Quiroga Santa Cruz. Montenegro, además de producir intelectualmente fue un activo político comprometido con la causa nacional, su lucha contra las oligarquías fue sin cuartel. En los gobiernos de Toro, Busch, Villarroel y Paz Estenssoro fue designado como embajador en Argentina, Méjico y Chile a modo de mantenerlo lejos de Bolivia, a solicitud de la oligarquía y el Departamento de Estado de EEUU. Si Montenegro impulsó el debate y motivó la nacionalización de los hidrocarburos y posteriormente de las minas, su mismo partido las privatizó después, y en lugar de empoderar a los obreros, campesinos y a las clases populares, las masacró. Su prematura muerte no le permitió atestiguar el proceso de descomposición de la revolución nacional.

En la actualidad, si bien los formatos o tecnologías en las que la “prensa” se expresa se ha transformado radicalmente, su importancia e influencia continúan como centros neurálgicos del proceso histórico boliviano. Sin embargo, a pesar de la masificación de las tecnologías de la información y comunicación, la calidad de la prensa en general, en el sentido amplio de su función o misión histórica, carece de horizonte, no genera certidumbre histórica, no representa ni defiende los intereses de las clases populares, no proyectan utopías. El papel de la prensa en los últimos 20 años fue blindar a las élites oligárquicas y desahuciar a los sectores más dinámicos de las clases populares. En lugar de acompañar el proceso emancipatorio, se dedicaron a sabotearlo. Los eventos de octubre y noviembre del 2019 los desnudaron de sus ropajes «imparciales» y «democráticos» mostrándoles de cuerpo entero, vestidos con odio, racismo y complicidad silenciosa frente a las masacres. Son muy pocos los medios de prensa que dieron cobertura y contribuyeron decididamente en la conformación de la nueva bolivianidad, la plurinacional.

La Paz, febrero de 2024


Economista de la UAGRM. Nacido en Santa cruz, es investigador independiente, actualmente está investigando las experiencias de la autogestión obrera en las Empresas Sociales.

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