Es muy simple: si alguna vez vieron a un perro dóberman atracar un banco, no se lo olvidan nunca más. Ese es el maravilloso impacto de esta comedia de acción con robo bancario. Pasaron casi 50 años del estreno de La banda de los dóberman y el recuerdo, aunque sea de alguna escena, es imborrable en la memoria de los espectadores. Muchos, tal vez la mayoría, la tienen presente por las veces que ha sido pasada en televisión, y seguramente se mezclan en la memoria las tres películas protagonizadas por esta raza de perros.
Un ladrón de bancos se siente frustrado porque los errores humanos complican cada uno de los planes. No encuentra la manera de resolver esto hasta que se le ocurre la idea de usar perros entrenados para poder realizar un nuevo atraco. El absurdo plan es aceptado por sus cómplices y contrata a un entrenador de perros para que el robo pueda realizarse correctamente. Lo curioso es que para formar la banda elige perros dóberman. Para el ladrón, estos perros tienen todas las cualidades para realizar el robo, incluyendo la capacidad para atemorizar a los empleados del banco y atacar al guardia de seguridad en caso de ser necesario.

Los realizadores de la película saben que el guion es absurdo, pero justamente por eso trabajan muy bien el tono de la historia. Es una película de acción, tiene una trama policial, pero también mucho sentido del humor. Es todo un hallazgo cómo estos elementos logran funcionar juntos. Tenemos la clásica preparación del golpe, los ensayos, el plan cronometrado y todo aquello que conocemos de los filmes de robos, incluyendo las diferencias y las peleas en la banda.
Pero también tenemos a los perros, que aunque sean asaltantes bastante profesionales, no dejan de ser animales. No puede faltar alguno menos disciplinado cuyo instinto lo lleva a perseguir a una perra, algo que también pasa en los filmes de asaltantes. La banda de los dóberman tiene la ingeniosa idea de agregar otro perro a la banda, un bulldog que hace de alivio cómico y aporta un montón de gags ridículos pero igualmente graciosos. A eso hay que sumarle un par de canciones en la banda de sonido, bien al uso de la década del 70, agregando ritmo y simpatía. A pesar de sus momentos dramáticos, la película siempre tiene un tono ligero y divertido.
Las secuelas aprovecharon el éxito inesperado de la película, aunque ninguna fue tan valorada como la original. Incluso los críticos vieron algo positivo en el filme de 1972, por su ritmo, su ligereza y su efectividad narrativa. Era una película de robos hecha y derecha, sin fallar en ningún aspecto de ese género. Una curiosidad es que en la tercera entrega de esta especie de saga se incorporan actores de primer nivel, a diferencia de lo que ocurría con los otros títulos. Nada menos que el legendario Fred Astaire protagonizó The Amazing Dobermans (1976), junto a Barbara Eden y James Franciscus.
Pero si le faltaba una aprobación más a la película, esta fue recibida en el año 2008. Nada menos que Cesar Millán declara en el episodio 27 de la cuarta temporada de su show El encantador de perros que La banda de los dóberman es su película favorita y que con su familia la ha visto más de 100 veces. Si alguien que tanto ama a los perros la respalda, queda claro que algo bueno habrá en la película. Recordemos que aunque es una ficción, los perros tuvieron que ser entrenados para hacer las diferentes proezas que se ven en la pantalla.
Y para todos aquellos que viven con alegría cada vez que hay perros en las películas pero sufren pensando en lo duro que debe ser un rodaje, La banda de los dóberman tiene un elemento muy importante que marca un antes y un después en la historia del cine. El famoso cartel de “Ningún animal fue lastimado en la realización de esta película”, que indica la aprobación de la American Humane Society apareció por primera vez en La banda de los dóberman. Este elemento se fue volviendo cada vez más importante para el cine comercial. A juzgar por lo que se ven en la pantalla, queda claro que no solo no fueron lastimados, también parece que todos se divirtieron mucho.
Ahora que las películas cuestan cientos de millones de dólares y se deshacen en grandes despliegues de producción sin llegar a destino, siempre es saludable recordar estos filmes sencillos, sin estrellas, con la mitad del elenco no humano y con una trama filmada con seriedad aunque sin tomarse en serio. Puro entretenimiento, dejando un gran recuerdo aún cuando hayan pasado décadas desde su estreno.