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sábado, 11 / mayo / 2024

La historia detrás de la gran devoción al patrono de Tarija, San Roque

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San Roque el patrono de los tarijeños, la devoción que le tiene el pueblo es tan grande que generó la fiesta más importante y popular de Tarija, siendo un gran referente del turismo religioso en el país. La tradición se mantiene por los años e incluso por generaciones. 

Tarija celebra la fiesta de San Roque desde el 16 de agosto, sin embargo, la comunidad religiosa se congregará recién el primer domingo del mes de septiembre para despedir a su santo querido. La Fiesta está engalanada con la participación de la  emblemática presencia de más de cinco mil chunchos, quienes son hombres que realizaron una promesa con San Roque, generalmente pidiendo por salud, danzan al son de rítmica música, con colorida y llamativa vestimenta.

Ellos son acompañados por otros promesantes que se dedican a musicalizar este peregrinaje, pueden ser cañeros que acompañan al santo patrono en su camino, quenilleros y tamborilleros que marcan el ritmo para los miles de chunchos que bailan por las diferentes calles de Tarija. Y además los alféreces que son la guía de toda la procesión. Todos ellos acompañarán al santo hasta el día de su encierro. 

El día del encierro es es el momento más impactante para no solo Tarija sino el país, pues los promesantes chunchos y miles de devotos se despiden de su patrón entre llanto, pañuelos blancos y expresiones de sentido y profundo sentimiento. Mientras los miles de chunchos unen sus voces para entonar una emotiva canción que quiebra el corazón.

El fervor religioso de la fiesta grande de Tarija, y la creatividad artística popular que despliega por varios días lograron que el 8 de septiembre de 1998 durante la gestión del Gobierno de Hugo Bánzer Suárez, la Fiesta de «San Roque» fuera declarada Patrimonio Histórico Religioso y Cultural de la Ciudad de Tarija.

Historia detrás del tiempo

San Roque Nació en Montepellier; Francia el 16 de Agosto de 1295 en un hogar de próceres de la nobleza francesa, fueron sus padres; Don Juan de la Cruz y Doña Liberia; su nobleza descendía de los cristianos Reyes de Francia. Su padre era un acaudalado gobernador de la ciudad de que heredó a su hijo toda su fortuna. A la muerte de sus padres distribuyo su riqueza a los pobres, tomo el hábito y el báculo del peregrino y viajo a Italia, en cuyo territorio la peste asolaba a sus habitantes.

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San Roque se dedico a los enfermos devolviéndoles la salud. Él contrajo la peste en Plasencia, pueblo a orillas del río Po y se ocultó en una choza. Gothar, un miembro de la nobleza advirtiendo que su perro diariamente se perdía llevando una ración de pan, siguió los pasos del can y pudo comprobar que no solo llevaba alimento, sino que lamia las llagas del francés.

Conmovido por esta actitud de nobleza el joven aristócrata hizo curar a San Roque, una vez repuesto el enfermo, pudo regresar a su tierra natal; donde calumniado como espía murió en una celda carcelera a los 32 años de edad el 27 de agosto de 1327.

Detrás de la devoción en Tarija

Durante la época colonial, cuya fecha no se conoce con precisión, una epidemia o peste asoló en la ciudad de Tarija, para calmar la angustia de este flagelo implacable, los pobladores de la región invocaron el auxilio de San Roque.

La epidemia cesó entonces el vecindario de la población entera agradecida por el visible milagro que hizo San Roque resolvieron festejarlo todos los años durante el mes de septiembre como médico de los pobres.

Lazareto

La palabra Lazareto, viene del italiano, y se refiere a los lugares u hospitales alejados de los poblados, es un lugar donde hacen cuarentena los sospechosos de infecciones graves o epidemias, particularmente de lepra, en algunos países el término Lazareto se hace extensivo al sitio donde reposan los variolosos.

En la literatura chapaca, se puede encontrar datos conducentes a la existencia real de un lazareto en Tarija; tal como lo describe Corrado y Comajuncosa en «El Colegio Franciscano de Tarija y sus Misiones», lo propio se encuentra en el libro «Apuntes sobre la historia de la Medicina en Tarija» de los Doctores José y Álvaro Ramallo, se hace mención a un hospital destinado a leprosos en la Comunidad de Guerrahuayco.

La tradición popular se ha encargado de darle a Lazareto su aureola de leyenda; tal como lo relata William Bluske en su libro «Subdesarrollo y Felicidad». Sin embargo, su construcción data de 1858 y, posiblemente cerrado, alrededor de 1892, quedando como una simple «Finca de Guerrahuayco», puesto que para 1933 y 1934, el laborioso alcalde Isaac Attie, indicaba que era un problema financiero, por lo que se tuvo que vender las tierras, dejando solo la capilla y su entorno.

La existencia de este repositorio para menesterosos aquejados con el mal de San Lázaro, lepra, hoy conocida como enfermedad de Hansen. Los enfermos eran alojados en un ambiente especial y amplio, adyacente se levantaba una pequeña capilla, estas edificaciones eran de adobes, cuyos vestiglos aún se pueden apreciar en la zona, como mudos testimonios del pasado. El Lazareto era atendido por padres franciscanos.

La costumbre de la veneración al Santo Patrono San Roque, es relativamente nueva, posiblemente instaurada a finales de 1935, época en la que los comunarios de la zona se desplazaban a pie o a lomo de animal. El auge de asistencia se registra a partir del año 1953.

En la explanada existía aún la pequeña capilla de adobes, la que con el tiempo fue sustituida por una iglesia de mayor capacidad de fieles, construida de ladrillos y de una sola planta, terminada el año 1980. Por detrás de la iglesia existe un precario camino que conduce al Río de Guerrahuayco, río con escasa agua, pasando, se llega a un antiguo cementerio, cercado por un muro de piedras, la puerta principal accede al extenso campo santo, pero al fondo del Cementerio, camino del cerro, existen unas ruinas de adobes, viejas construcciones de diferentes dimensiones, sin techos, puertas ni ventanas, las voluminosas paredes de uno de los ambientes hace las veces de recinto donde se prenden velas.

Los fieles y devotos de San Roque, llegan hasta estas ruinas con el objeto de depositar flores, encender velas y elevar plegarias por sus seres queridos.

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