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domingo, 12 / mayo / 2024

REFLEXIÓN PARA UN COLEGA DOCENTE DISCRIMINADOR

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Lo sucedido en la prestigiosa universidad  Gabriel Rene Moreno zahiere profundamente el espíritu elevado de la igualdad y, aunque sea prosaico, voy a definir la  igualdad  que significa  que tiene la misma forma, calidad, tamaño, valor etc., y otra definición con profundidad social: semejanza de status social, derechos, responsabilidades   y oportunidades, además de ser un principio  ideal que afecta  a la estructura  social. La igualdad  es un objetivo de  la colectividad social; la elite no está interesada en él.
Cuando se comprende esta transformación individual que debe realizar todo humano,  se evita  la pugna de los principios  de libertad  y competencia  y  se  lucha por  producir el decremento de las desigualdades sociales, entonces, se logrará que exista oportunidad  para llegar  a ser igual. Esta igualdad inflige el bien en las sociedades  pues estas no pueden progresar divididas.
La educación superior  es un esfuerzo creador,  imprescindible  e irremplazable, como el aire que respiramos, y nunca debería ingresar en la decadencia  y, en la eventualidad, las sociedades también decaerían. Impartir educación para un docente que prepara su clase con amor todos los días, es ser parte activa  de las grandes e indelebles contribuciones a la civilización.
Cuando un  profesional docente que se ha preparado conscientemente a través de cursos exigentes de docencia en educación superior y se activa en esa envidiable  dirección no necesita, en el aula, proferir críticas  o expresiones  destructivas para la mente del educando, sino entusiasmar a sus estudiantes con una acción constructiva  y de orientación filosófica, ciencia que dio origen a toda las disciplinas académicas.
Un docente dedicado debe evitar dos actitudes extremas: una  es aquélla  de satisfacción y complacencia interna  que equivale a avalar  la rutina y  el aislamiento moral, pues si se actúa así se deja una impronta negativa en los estudiantes y esa es una responsabilidad que perseguirá al autor toda su vida, y que triste de be ser no ser saludado con efusión por un profesional que fue su estudiante, por negligencia, pues los estudiantes que son el futuro de cualquier  país. Este punto de vista es contrario  a los ideales  de la verdadera  educación  que, en su esencia es creatividad,  investigación e incesante autocritica  del docente que  es el facilitador en el aula.
Otro extremo pernicioso es el pesimismo que denotan algunos docentes en su proclividad  a continuar con  los sistemas de pasado  que no  son realistas  con la evolución  y las exigencias progresistas de la juventud actual, además de contener  una inequívoca carga de sentimientos discriminatorios.  Quienes en el aula  abogan  por fórmulas mágicas de enseñanza-aprendizaje, no detectan las complejas  problemáticas  que plantea  diariamente la educación, cuya misión es social como individual.
Un sociedad estable, piadosa y solidaria  es el producto  de  la educación en las universidades, pues allí se  moldea el entendimiento con la enseñanza y forja la voluntad con la educación, entonces,  los docentes no debemos dejarnos distraer  por la confrontaciones superficiales  de nuestro tiempo. Pero ¿no debería  ser la verdadera prueba  de una sólida, creativa e investigadora educación las respuestas a las siguientes preguntas?: ¿Qué tipos de educación  se quiere producir?, por supuesto ninguna discriminadora, memorística y teórica, ¿crea seres humanos  verdaderos?, significando que el ser humano verdadero  es  solidario, liberado de prejuicios de cualquier índole  y rebosante de conocimientos adquiridos  por la orientación del docente  que desató en su ser, sin solución de continuidad, la creatividad  y la investigación, que será su sino hasta que expire.
La imitación en la docencia es desaconsejable, se debe aprender a caminar  con propios pies y desarrollar como decentes, una propia filosofía  en la educación, desechando vigorosamente las normas severas y las verdades absolutas, por lo contrario,  patrocinar con vehemencia  la soberanía del estudiante  y la incitación a la creatividad y a la investigación, sin dejar a lado su pensamiento independiente  con un enfoque esencialmente ecuménico y futurista; lo cual ya no es un  lema abstracto, sino un modo  de vivir liberado de discriminaciones, susceptibilidades y reparos frente  al prójimo, acción que debe realizarse  en el aula al igual que  en las sociedades.
por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas

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