La llegada de un hijo al mundo también conlleva la responsabilidad de ponerle un nombre, esa cucarda que tendrá de por vida asociada a su imagen. Cientos de libros se han escrito sobre ellos y su significado, el santo al que se asocia o incluso a derivaciones de otros idiomas. Sin embargo, acorde cambian los tiempos, cambian también los nombres que los padres desean poner a su descendencia.
Muchos son los casos en los que por alguna razón en particular los mayores llegan al Registro Civil con la intención de anotar a su hijo con un nombre no autorizado hasta el momento (como el emblemático caso del cantante Sandro, que debió ser bautizado como Roberto ya que en ese momento fue prohibido poner ese nombre en el documento), lo que lleva a una sucesión de idas y vueltas de cartas documento con el pedido y la posterior autorización (o no) para validarlo.
Sorprendió la cuenta de Twitter oficial del Registro Civil de Paraguay, con un minucioso listado de los nombres «raros» (así los denominaron) que obran en actas. De la extensa lista, llama la atención desde el primer momento «Optimus Prayn», una extraña castellanización de «Optimus Prime», líder de los Autobots y una de las figuras principales de la franquicia Transformers. El masculino de «Mafalda» pasó directamente a «Mafaldo» y «Amorcito» también se revela como uno de los nombres masculinos aprobados.
Entre los nombres femeninos, se destacan por su rareza «Justa Pacífica», «Linda Pelusa» o «Lluvia de oro», además de «Mística Paloma» o «Santa Primitiva». En total, son 76 los nombres que aparecen en el listado, y desde su publicación en redes no dejaron de aparecer los comentarios (tanto a favor como en contra) respecto de las elecciones de esos padres. Sin embargo, «Killbroy Killer» y «Por Fin Bienvenido Carajo», quizás por el desahogo y el grito de victoria por ese nacimiento, son de los más comentados.
En la Argentina, en tanto, desde que entrara en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial, se multiplicaron los nombres aprobados, la mayoría de ellos referidos a clubes de fútbol. Desde el bebé anotado como «Xeneize», o la beba «Gimnasia», o el mismísimo «Tense», por el amor de sus padres al club Platense».
El cariño de los padres trasladado a los nombres de sus hijos también es llevado más allá de las cuestiones futbolísticas, y así es como se pueden ver en algunos documentos el nombre «Chevy», por el amor de un padre a una de las marcas más reconocidas del automovilismo, o el mismísimo «Lucifer», anotado en Santa Fe. Pero todo tiene un límite, y pese al pedido de una pareja cordobesa y su amor por la cumbia, le fue prohibido anotar como «Yerbabrava» a su hija, por ser considerado demasiado peyorativo.
