por: Fernando Durán Valenzuela
La actividad microempresarial es impresionante. Ésta, es cambiante, se adecúa fácilmente a las necesidades del mercado, a las circunstancias coyunturales, a los cambios sociales, económicos y hasta políticos.
La gran mayoría de los microempresarios, sin duda, ha aprendido de manera empírica el manejo y desarrollo de sus actividades o de sus negocios.
Pese a sus posibles limitaciones en aspectos contables o financieros, los microempresarios han sabido manejar de manera adecuada sus niveles de riesgos de inversión, especialmente en periodos de crisis.
Una característica interesante de este sector es que el desarrollo de la actividad microempresarial, generalmente, es de tipo familiar. Asimismo, si bien el capital de su negocio no es muy alto, éste, normalmente, no supera los USD20.000; asimismo, sus niveles de ingresos brutos varían diariamente o de manera estacional según la actividad desempeñada en el ámbito del comercio, la producción o la otorgación de servicios.
Al respecto, la participación de las Entidades de Intermediación Financieras (EIF) especializadas en microfinanzas, ha sido un pilar fundamental para la capitalización, crecimiento y desarrollo de las actividades microempresariales; no sin motivo, del total de la cartera de créditos (aproximadamente Bs217.654MM, a marzo 2023), el clasificado como Microcrédito, tiene una participación del treinta por ciento (Bs65.296MM). Porcentaje aproximadamente recurrente, desde ya varios años atrás y por encima de los créditos clasificados como: Vivienda (26%), Empresarial (22%), Pyme (12%) y Consumo (10%).
LOS PRIMEROS PASOS DEL MICROCRÉDITO EN BOLIVIA
Han transcurrido más de treinta y siete años, desde los primeros pasos de aplicación y otorgación de servicios de préstamos de Microcrédito en Bolivia por parte de ONGs y otras instituciones especializadas en microfinanzas.
La principal característica metodológica de los microcréditos, a mediados de los ochenta, fue la flexibilización de los requisitos para la obtención de préstamos en relación a los exigidos, en ese entonces, por la banca tradicional; asimismo, la aplicación de nuevas tecnologías de evaluación crediticias y la exigencia de garantías innovadoras (“grupos solidarios”, “garantías prendarias” y otras).
En un inicio, estas iniciativas fueron promovidas en el país por la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, la Fundación Calmeadow y por ACCION Internacional; las cuales, apoyaron el funcionamiento, por ejemplo, de la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de la Microempresa (PRODEM) en 1986; para luego constituirse dicha Fundación como Fondo Financiero Privado Prodem SA en 1998; y banco múltiple PRODEM SA, desde el año 2014.
Como el éxito de las microfinanzas se hacía evidente, también surgieron otras entidades; así, se creó Banco Solidario, proyecto que comenzó también como “Fundación” en 1986; en 1992, pasó a ser el primer Banco especializado en microfinanzas de Bolivia con servicios dirigidos exclusivamente al sector microempresarial; hoy, es banco múltiple: “Solidario SA”.
Otras ONGs, que impulsaron la actividad del microcrédito, fueron la Fundación para Alternativas de Desarrollo (FADES), creada en 1986, orientada al sector rural y reconocida por el uso de la metodología de “crédito asociativo”; asimismo, el Centro de Fomento a Iniciativas Económicas (FIE), fundado en 1985, pionero en el empleo de la metodología “individual”, convirtiéndose en 1998 en Fondo Financiero Privado-FFP FIE y en 2010 en BancoFie SA. Hoy es banco múltiple: Fomento a Iniciativas Económicas SA.
En 1986 se creó PRO-CREDITO, organización que trabajó en el área urbana con la metodología de tipo “individual”. El éxito que logró esta institución le motivó a crear una entidad financiera especializada bajo la figura de Fondo Financiero Privado (FFP) en 1995, denominado Caja de Ahorro y Préstamo Los Andes FFP; el año 2005 se convirtió en Banco Los Andes ProCredit SA, luego en Banco PyMe Los Andes ProCredit SA (2014). Finalmente, el año 2016, en el marco de la Ley N° 393 de Servicios Financieros, el Banco Mercantil Santa Cruz SA dio inicio al proceso de fusión por absorción de dicha entidad.
Asimismo, sobresale la participación del Instituto de Apoyo a la Pequeña Unidad Productiva (IDEPRO), el cual, inició sus actividades de financiamiento en 1991, y posteriormente cambiaría a “IDEPRO Desarrollo Empresarial”; para luego operar como Institución Financiera de Desarrollo. También, resalta el papel de Programas para la Mujer (PRO MUJER), entidad que introdujo el concepto de “bancos o asociaciones comunales” a partir de 1990; hoy se desarrolla como: Fundación Promujer IFD.
En consecuencia, la implementación del Microcrédito por las citadas instituciones y otras creadas posteriormente con el mismo fin (Ley N°393 de Servicios Financieros), han permitido a Bolivia llegar a ser modelo en este rubro para otros países, resaltándose la transformación que han sufrido algunas ONGs financieras, para convertirse en entidades reguladas y auto sostenibles en el tiempo. Siendo importantes, sino fundamentales, para el crecimiento y desarrollo del sector microempresarial.
—
*Es Economista