Max Murillo Mendoza
El dinero fácil, como la forma de corrupción más letal, es el fenómeno más atractivo para supuestamente enriquecerse de la noche a la mañana; o para salir de la pobreza en el menor tiempo posible. El dinero fácil es sacarse la lotería sin comprar el boleto. Son anti valores en cualquier sociedad, que se estrellan precisamente contra el trabajo honesto, de sacrificio, de esfuerzos en la acumulación de riqueza, respetando todos los protocolos de la institucionalidad: normas, leyes, inversiones honestas y acumulación de capital hacia el largo plazo. El ejemplo del Banco FASSIL que no respetó nada, ni siquiera de los controles del Estado Plurinacional, engañando a los ahorristas con las ilusiones del dinero fácil quebró enriqueciendo a unos cuantos maleantes de cuello blanco, y dejando en la calle como siempre a miles de ahorristas que creyeron en esos engaños.
Por cierto el enriquecimiento ilícito, como es el caso de los “banqueros” del FASSIL, tiene también esas prácticas ya conocidas en nuestro país. Que es entrar a la cárcel siendo ricos, dejar pasar los años y salir para derrochar todo lo robado. A lo largo de estos últimos 40 años, hemos asistido a estas prácticas de cuello blanco, en complicidad de una red de abogansters especializados al respecto.
Otra vez vemos impotentes actos contra toda norma, contra toda legalidad y sobre todo contra el sentido común de la sociedad, que es al menos el respeto básico en sentido ético de los comportamientos sociales. Es decir, el respeto a la colectividad como reciprocidad de acciones desde las instituciones, sean estas privadas o estatales. Acuerdos tácitos de caballerosidad y fiabilidad en las normas legales, institucionales. Esos gansters que se hicieron pasar por “banqueros”, construyendo dizque institucionalidad bancaria, sólo planificaron cómo robar a los ingenuos ciudadanos que confiaron sus ahorros a dichos maleantes. Todo ellos aparecieron de la noche a la mañana con edificios, casas lujosas, bienes habidos y por haber con dineros robados a la ciudadanía.
Pero en el fondo estamos otra vez, como muestra de estas oscuras épocas, en el abismo mismo de nuestros comportamientos con anti valores éticos y morales. Aquí todos somos culpables; unos por omisión y otros directamente. La carrera por la desestructuración social, colectiva y comunitaria avanza a pasos agigantados. Es un torbellino que nos arrasa y nos ciega terriblemente dejando a las generaciones más jóvenes ejemplos de comportamiento, que simplemente si no hacemos nada, finalmente nos destruiremos como sociedad.
Los discursos son los discursos, tan engañosos como la enigmática naturaleza humana. Pues a lo largo de estos años se han vaciado de contenidos. Las palabras pueden ofrecer milagros; las duras realidades nos las vemos con las tragedias cotidianas de la pobreza, de la inmensa miseria que nos muestras nuestras calles y avenidas de nuestras ciudades. Y ciertamente el peligro es el contagio generalizado de estos comportamientos anti ciudadanos, ciegos de codicia aun sea por mezquinos y pequeños poderes mundanos.
La consigna del dinero fácil tiene mucho que ver con las lógicas de la corrupción, con las lógicas del triunfador pisando a todos los demás. Lógicas que de un tiempo a esta parte se están convirtiendo en el modelo a seguir a como dé lugar. Una suerte de pragmatismo muy al estilo de la consigna salvo el poder todo es ilusión.
El cierre del Banco FASSIL ha dejado a miles de ahorristas en la calle. Es decir, miles de tragedias humanas que se deben estar tragando la impotencia de no poder hacer nada. De que unos gansters de cuello blanco, simplemente les han asaltado desde unas oficinas lujosas, con unos discursos bonitos de cómo hacerse ricos de la noche a la mañana. Además que hemos perdido hace rato la costumbre de la solidaridad con los afectados, y vemos nomás ese sálvense quién pueda como la costumbre más neoliberal posible: la lógica del más fuerte, sobre las consciencias ingenuas del respeto a las normas, y la básica institucionalidad.
También es una muestra de que sectores de las clases altas, no han aprendido nada de tantas interpelaciones sociales en el país. Siguen nomás patrones de comportamientos anti nacionales, es decir antipatrióticos. Eso del amor al país desde las inversiones y la creación de riqueza, contrasta con sus hechos objetivos de aprovecharse gansterilmente de la confianza de los ciudadanos. Precisamente esas maneras son la anti patria. No necesariamente tienen que ser politiqueros aberrantes, sino también como estos llamados “banqueros”.
La costumbre del dinero fácil ha contaminado todas las esferas sociales del país. Es absolutamente un engaño generalizado, va en contra del sentido común y ética básica del esfuerzo, del trabajo pujante, de la acumulación de capital basado en el respeto a la colectividad de la sociedad. El dinero fácil es corrupción.
La tragedia social que ha ocasionado el Banco FASSIL, como en tantas otras veces, sea otro llamado de atención a nuestra sociedad de la contaminación y pandemia acerca del dinero fácil. Y al parecer, sólo con tragedias aprendemos algo para mejorar en algo. En fin.
La Paz, 7 de mayo de 2023