Desde el inicio de su papado, el 13 de marzo de 2013, Francisco mostró su simpatía por los gobiernos de izquierda que surgieron en América Latina, incluso el influyente diario británico The Guardian calificó al pontífice argentino como “el nuevo y obvio héroe de la izquierda”. Sin embargo, esta figura cambió en los últimos días cuando el papa, en una entrevista concedida a Infobae comparó al régimen de Daniel Ortega con el nazismo de Hitler y llamó al Gobierno nicaragüense “una dictadura grosera”.
Es la primera vez, en 10 años, que el papa Francisco expresa de manera directa su desacuerdo con las prácticas “abusivas y dictatoriales” de un gobierno progresista de tendencia izquierdista. Sus dichos provocaron la reacción inmediata del régimen familiar de Ortega que planteó el sábado de la pasada semana retirar su misión diplomática en el Vaticano y que la santa sede haga lo mismo en Managua, Nicaragua.
Todo esto, más la condena a 26 años y 4 de meses de prisión del obispo Rolando Álvarez, muy crítico con el Gobierno de Ortega, colmó la paciencia de Bergoglio.
El líder católico lanzó el 10 de marzo una dura y lapidaria calificación al régimen nicaragüense: “Dictadura grosera”. Desde entonces las relaciones entre la santa sede y Managua se deterioraron aún más, al punto de quebrarse.