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viernes, 19 / abril / 2024

INTELIGENCIA ARTIFICIAL 

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por: Max Murillo Mendoza

El futuro ya está aquí y es tan impostor como el pasado. Pero es cierto que las condiciones históricas han cambiado profundamente. Aquello que era ciencia ficción hace sólo diez años, es hoy una realidad innegable y objetiva. Las potencias mundiales se han embarcado en una carrera frenética y brutal por la supremacía tecnológica, que será la que definirá los nuevos colonialismos e imperialismos del futuro. Chips, nanotecnologías, robótica, biotecnologías, física cuántica, son parte del vocabulario que es prohibitivo para nosotros porque no tenemos idea alguna de esos procesos. Desde la periferia sólo nos dedicamos a la mediocridad y sobrevivencia, que nos falta tiempo para lo estratégico y educación de alta calidad. 

Esos procesos tecnológicos han cambiado totalmente las reglas del juego, en la economía y las condiciones históricas de todo el mundo. Sin embargo, nuestras élites provincianas y atrasadas sean del signo ideológico que sean, no se han dado cuenta hasta ahora. Siguen con patrones de desarrollo que ni siquiera responden al siglo XX: fracasadas y con tecnologías de la primera revolución industrial. Buscando atrasadamente fundiciones que sólo contaminan y destruyen el medio ambiente, cuando hoy existen tecnologías totalmente limpias y con ventajas económicas enormes.  

Una de nuestras tragedias históricas es que no contamos con élites serias, con élites que funcionen en estrategias gigantes para jugar con el mundo entero. Nuestras élites provincianas y realmente periféricas hasta en la manera cómo piensan: desde el atraso y la ausencia de competitividad incluso básica. Oligarquías que sólo están pensando en las industrializaciones pasadas de moda, con tecnologías anticuadas y contaminantes, cuando el mundo desarrollado ya está en la quinta o sexta revolución industrial tecnológica.  

La otra tragedia es que nos hemos hecho devorar, por razones poco científicas, en tragedias de dependencia absoluta de  unas historias tan lejanas que en apariencia nos han embrujado, para no ser nosotros mismos. Cuando en el mudo hay historias que han roto con esas tragedias, y se han encaminado a independencias tecnológicas e ideológicas, gracias precisamente a estrategias de Estado y Nación. Pues las condiciones internas son tan importantes como las condiciones externas. 

En definitiva, ya en el siglo XXI seguimos nomás arrastrando enfermedades de visiones negativas hacia adentro, que son trampas mortales cuando se trata se enfrentar en serio los desafíos que tenemos como país, como Estado, como Nación. Ni siquiera instituciones pequeñas podemos gestionar de manera positiva, entrampados como estamos en esas visiones tercermundistas y poco serias de sociedad y Estado.  

De esa manera, se ensancha cada vez más el abismo entre Estados que dominan el mundo y Estados que siguen siendo parias y miserables. Ese abismo es lo tecnológico y científico. Abismo en el que nuestras culpas son demasiadas, más allá de lo que somos conscientes desde la historia: colonialismos e imperialismos. Muchas veces excusas de villanos politiqueros para consumar sus negocios en la política. Y varias de las veces para encubrir terribles errores históricos de quiénes en su momento tuvieron las oportunidades de romper ese círculo vicioso de la dependencia y el saqueo de nuestros recursos. 

Sí, el futuro ya está aquí y nos pilla otra vez como siempre: peleados, sin identidad alguna frente al mundo y totalmente desarmados en lo educativo y estratégico a nivel económico. Por supuesto con las excusas de siempre.  

También como siempre, los jóvenes y las nuevas generaciones frustradas con las generaciones pasadas y fracasadas, están empujando el carro del presente con las pocas herramientas que tienen: tecnologías de la información, robótica incipiente, negocios callejeros y totalmente creativos sin apoyo alguno de nuestro Estado Plurinacional. En definitiva, sobreviviendo creativamente como dicen los economistas tradicionales: en la informalidad. Duras realidades que deberían interesarnos en primer lugar como parte de nuestras estrategias de Estado y desarrollo. Pero en fin. 

Sí, el futuro ya está aquí. Y quizás sólo un milagro educativo y científico nos haga caer en la cuenta, ante la ceguera colectiva, de que nuestra sobrevivencia sólo depende de nosotros mismos, de nuestras propias fuerzas de Nación, de sociedad y Estado. Cierto que las fuerzas externas son terribles; pero no podremos enfrentarlas sólo con discursos de hora cívica, sino con acciones y actitudes institucionales de sociedad y Estado, profundizando consciencia en lo educativo, en lo institucional, donde los mejores cuadros profesionales, científicos, intelectuales estén a la cabeza de las decisiones estratégicas de país. Las mentes más conscientes con nuestras realidades. 

La miseria de nuestras calles, llena de compatriotas mendigos, mujeres con sus pequeños hijos, viejos y viejitas en medio de basura y miseria total, debería al menos empujarnos a tomar consciencia de nuestra situación. Que ni siquiera eso hemos sido capaces de resolver, que nos faltan argumentos serios y objetivos de cómo enfrentar semejante afrenta moral. Pues, si somos algo serios y responsables con nuestra patria al menos tenemos que empezar con reconocer de nuestras miserias colectivas, que están constantemente bloqueando las increíbles iniciativas de sobrevivencia de nuestro pueblo.  

Ojalá que la inteligencia artificial les ayude a las élites de este país, a salir de su miseria mental y por fin apuesten por lo que es correcto y coherente con el país, con la Nación y la Patria. 

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