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martes, 21 / marzo / 2023

EL MORIR Y LA MUERTE

por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas

El tema epigrafiado no es atractivo para una mayoría de personas por el insondable y desconocido conocimiento del  más allá, empero, es útil aproximarse  al objeto dentro de una visión más inteligible y filosófica. Sabemos que morir es la cesación o término de la vida: separación del alma  y el cuerpo, en las dos acepciones  biológica y espiritual o religiosa, según la RAE (Real Academia Española de la Lengua)

El fin  de la existencia  de la persona física  interesa al Derecho por las consecuencias jurídicas  como son las sucesiones  de derechos y obligaciones. El fallecimiento queda limitado a la muerte natural, aunque no se haya producido naturalmente sino por violencia  o accidente.

¿Se puede imaginar la muerte? Se puede, pero siempre será un trasunto de una imaginación confusa  y sujeta ineluctablemente a la propia capacidad de imaginación de la persona; lo que es evidente  en su  existencia  es la angustia de no poder imaginar  lo que es la muerte y lo que  ésta desencadena; entonces, es un tabú  porque  no la podemos imaginar con concisión.

Otra interrogante válida: ¿Se genera angustia por morir o por la muerte?, la angustia de saber que uno muere se puede imaginar con concisión, sin embargo,  la angustia persiste  por no saber qué deviene después  de  morir; aunque sabemos que todos los humanos  son los únicos seres en el universo  que son conscientes del advenimiento  inexorable de la muerte.

¿Existirá una buena o mala manera de morir?, existe amplia literatura sobre el tema sobre todo en el medioevo y se podría concluir que  una manera buena de morir   sería cuando todos los elementos de responsabilidad que adquirimos en vida están ordenados como la sucesión (testamento), extremaunción, el orden de todas las cosas en las cuales la persona intervino y los arreglos funerarios; la mala  manera de morir  es la súbita, sin los elementos de responsabilidad  y paz interior ordenados.

¿Por qué se teme morir y se abriga ese sentimiento sobre algo que se conoce?, no deberíamos arrimarnos a la angustia  si no se tiene una base de conocimiento y, mientras vivamos, la muerte no debería importarnos. Cuando la angustia nos gobierna existe el consuelo de la eternidad para algunos y para otros no; de lo  que se infiere que subsiste  una diferente calidad de vida entre  las dos posiciones.

Para aliviar esa angustia las religiones  tratan de asignarle un sentido al morir: el consuelo y la esperanza  de algo mejor por haber registrado un comportamiento bueno y adecuado  en relación con el prójimo y  el concomitante temor al castigo en un eventual infierno para penar las faltas.

Otro aspecto notorio sobre la imagen de morir es la lotería del nacimiento, así, si el padre era militar, el hijo seguiría esa línea y cobijaría en su mente la idea de morir  por las armas, que difiere de la mentalidad de quien nació de un agricultor que  interpreta para su futuro otra perspectiva. Debido a que  la muerte no es visible  como es la vida, acuñamos involuntariamente en nuestra psique una mayor expectativa de vida, siendo evidente que los humanos a medida que envejecen se redimen y delatan en su faz signos de muerte, en contraposición  a las personas jóvenes, rebosantes de energía y esperanza; sin ocupar su mente en la muerte.

El premio nobel de literatura Saramago escribió y describió a la muerte con aire  humorístico-sardónico, señalando las conflictividades  que se suscitarían si no hubieran muertes  y   qué momento aciago para las funerarias…

El gran  Séneca escribió sobre la interrogante  de  ¿si mi vida me pertenece? y nos transfunde una frase magistral: “se debe ejercitar todos los días para vivir”. Simone de Bouvoir en correspondencia a su concepción existencialista considera la libertad como fundamento de los humanos; otra expresión lograda  sobre la muerte es la de García Lorca: “si  no  preocupó el nacer no me preocupo de  morir”.

Sobre esta insondable conflictividad de la vida y su antinomia con el morir y la muerte, siempre se detectarán innumerables vacíos, aunque los filósofos  han tratado de describir la diferencia entre  morir y la muerte y, lo escrito hasta ahora, no desvela ninguna certeza para su inteligibilidad.

Es abogado, posgrados en Filosofía y Ciencia Política (Maestría. Cides-UMSA), Interculturalidad y Educación Superior, Alta Gerencia para abogados, Arbitraje y Conciliación, Derecho Aeronáutico, Docencia en Educación Superior. doctor honoris causa  en Humanidades, profesor universitario de pre y posgrado.

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