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miércoles, 24 / abril / 2024

APOLOGÍA A LA INEFICIENCIA E INDOLENCIA

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por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas

Las autoridades policiales reportan  que los feminicidios no cesan acorde a los reportes que ellas mismas elaboran y de antiguo preocupa a la población más sensible aquellas agresiones y violencia intrafamiliar que no se denuncian y reportan, y estos casos sobrepujan a la realidad  que significa fehacientemente la existencia de un mundo sórdido de hombres agresivos, con perturbaciones y complejos psicológicos.

Las autoridades reportan y lo hacen mecánicamente sin meditar con sensibilidad, dolor por el prójimo, y sobre todo sin investir con resoluta coacción el concepto de autoridad, tocante a esta deformación de las sociedades, específicamente del hombre.

 Se erige con esta constante que no se detiene  una verdad irrefutable: se interpreta,  o que las actuales leyes no son lo suficientemente draconianas y ejemplares o que las autoridades no las implementan rigurosamente; entonces, el órgano legislativo debe percibir ese claro y diáfano mensaje de la sociedad y actuar.

Esta etiología criminal, que se basa en  la psicología y sociología criminales, deben afrontarse desde el hogar con padres formados para erradicar desde tierna edad en los varones, en base al diálogos esclarecedores y constantes, el sentimiento de supremacía, muchas veces patrocinado por los propios padres. Naturalmente esta labor debe continuarse obligadamente en la escuela como programa analítico de enseñanza.

Se debe evitar que estos desgarradores eventos que registran cronología casi diaria  contra la mujer, el ser más importante de la creación, asuman la rutina y la indolencia: primero en las autoridades que están obligadas  a  introducir todos los medios posibles para reducir y eliminar este ilícito y segundo en las  sociedades, pues son éstas las que poseen la fortaleza indeclinable para demostrar su inconformismo con la actuación de las autoridades y el valor intrínseco de su empatía espiritual.

 La historia y la literatura son ricas en ejemplos sobre los celos que son expresión inequívoca de la inseguridad del hombre: Otelo con la obsesión del Moro que tiende a inducir a aborrecer el amor.; su falta de sentido crítico le inclina a  prestar atención a las  sutiles y premeditadas insinuaciones de Yago y su imaginación le crea una jaula en que va quedar prisionero como un implacable felino en su fiereza.

La imaginación estructura los celos más trágicos: el celoso imaginativo construye absurdas quimeras que lo obsesionan, no teme lo que sabe sino lo que ignora.  Por ello la moral cristiana no es obsecuente cuando pregona que debe preferirse al celoso que sufre y perdona al celoso que odia y mata.

Hoy convivimos con horror  el incremento espeluznante de casos de feminicidios y agresiones a la mujer  en Bolivia como  efecto, teniendo como causa o fundamento a los celosos imaginativos cuyos celos son odio que ciega, vanidad que los convierte en verdugos y en victimas. Lo razonable a este inextricable tema que en esta columna se analiza como critica a la indolencia  e ineficacia de las autoridades pertinentes seria que todo  primeramente y luego que  el hombre sea digno y renuncie al amor de la persona cuya ilusión sentimental no ha podido preservar, por su acendrado machismo no superado y su afán de posesión, de lo contrario, está latente su potencialidad en  la comisión de feminicidios, agresiones y violencia intrafamiliar.

Es abogado corporativo, postgrados en Conciliación y Arbitraje, Interculturalidad y Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política, Docencia en Educación Superior, Derecho Aeronáutico, Alta gerencia para abogados (Harvard)),doctor honoris causa en Humanidades, profesor de pre y posgrado.

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