por: Winston Estremadoiro
Mi primer roce con el Holocausto fue cuando cual brioso adolescente cortejaba a una damita. Eran tiempos de visitas vespertinas, sentados en la sala esperando el té de la tarde. Ni siquiera recuerdo su nombre, pero no olvidaré el pan de jabón en que la maldad humana había convertido a su asesinada abuelita, conservado cual reliquia en un aparador.
No fue el único etnocidio criminal. Luego en 1994 vendrían los africanos Hutus de Ruanda macheteando un millón de Tutsis. Quizá demostraría que los blancos europeos, herederos de Kant y Beethoven, eran tan asesinos e ignorantes como los Pannonios balcánicos que combatieron al Imperio Romano, y luego se matarían entre ellos pese a su común herencia de ser eslavos del sur, pero de diferentes religiones.
El Holocausto nazi asesinó no solo a millones de judíos, sino también a gitanos, minusválidos, homosexuales, opositores políticos y prisioneros de guerra rusos y europeos. Es detalle que hoy se olvidan las rememoraciones y visitas al siniestro campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. Las otrora víctimas después ensañarían sus intereses criminales con sus primos palestinos (algunos hasta niegan la existencia de tal horror).
La historia humana registra muchos otros exterminios, que hoy se refugian con eufemismos como etnocidio, racismo y crímenes sexuales, entre otros. Disfrazan que el hombre es lobo del hombre, como citan al ilustrado Hobbes. ¿Cuántos abusos se cometerían en la expulsión de musulmanes y hebreos en la Hispania en construcción? La Conquista española registró miles de contagiados de virus en adición a los miles asesinados en desigual batalla de arcabuces hispanos contra huaracas incas. Los encomenderos españoles no esclavizaron, pero impusieron prejuicios raciales, peones y mitas. Mientras europeos parcelaban el África de múltiples etnias, entre una docena de patrones ávidos de esclavos y minerales. ¿Importaban las colonias hispanoamericanas a la Inglaterra pirata y comercial?
Hoy en día el escenario asesino ha involucionado a países ricos y remedos de Estados productores de materias primas. Los unos producen armas y los otros las compran para acallar corcoveos internos. Tal vez la reacción de los explotados se ha volcado a migraciones en busca de mejor destino que el ofrecido por revueltas internas o el dominio de élites socapadas. Árabes y negros desafían tierras hostiles y mares ingratos para migrar por empleos, y ‘latinos’ a cruzar ríos y desiertos a un norte de supuesto ‘sueño americano’.
No sé si el bicho del Coronavirus es una reacción de la Naturaleza ante los desmanes contra tal prodigiosa herencia humana. Una endemia planetaria de “todos o ninguno” en las vacunas para combatir la plaga desnudaron el egoísmo de países inventores y la resignación de países pobres. Encima, las fricciones conflictivas, posibles guerras y convulsionadas sociedades ocupan a un mundo que soslaya inminentes desastres ambientales por el cambio climático. Registran 71 por ciento de vacunados en Dinamarca, pero Bolivia es uno de los países pobretones con 74 por ciento que rehúsan los pinchazos y se acomodan a la moda mundial de asociarlas a conspiraciones siniestras.
Para colmo de males, bastó un narcisista demagogo para dividir su “esclarecido” país llevando un asunto de salud pública a la palestra de politiqueras pugnas congresales. ¡Qué mayor prueba de la declinación de la primera potencia mundial que el planeta esté fracturado en bloques de poder de la fracasada Unión Soviética y el surgimiento de China! Parece más probable un conflicto civil por racismo irresuelto desde la Guerra Civil estadounidense y la proclama de Abraham Lincoln.
En Bolivia, los otrora descendientes de peones y mitayos encontraron la solución en medidas divisivas (el país de ‘originarios’ y ’blancoides’), demagógicas (la defensa de la coca), y la corrupción disfrazada de un cínico ‘ahora nos toca’. Posteriores movidas en tal partida de ajedrez, ocultan la podredumbre de un capo de la lucha anti-narcóticos, y la libertad domiciliaria de un asesino sexual pariente de un poderoso; son todas muestras de los grupos politiqueros oficialistas agrupados en consignas anti-vacunas.
¿Qué pasó con el cambio de prioridades nacionales? En vez de socapar su propia e impune corrupción, ¿por qué el Gobierno masista no mejoró gastos en educación y salud pública? En vez de limosnear por puertos chilenos canal de Panamá, ¿por qué desdeñan accesos al Océano Atlántico por el río Amazonas y la Hidrovía Paraguay-Paraná? ¿Será por prejuicios raciales heredados de Europa y Estados Unidos que no se encaran las obras en Puerto Busch?