De Tarija a Italia es el destino que le llevó la vida a Pavel Camilo López Flores, quien no solo encontró una carrera profesional y los grados de especialidad en el país transalpino sino el amor y la familia, ya que hace 14 años que partió del valle tarijeño para cumplir sus sueños.
Nació en Tarija hace 40 años y estudió en el colegio Belgrano. Años después se le presentó la oportunidad de una beca académica de maestría y decidió tomarla y así cambiar el rumbo de su vida.
Actualmente vive en Lanciano, una ciudad pequeña en la región del Abruzzo, centro-sur-este de Italia, junto con su pareja e hija que son italianas.
Recuerda que su familia tomó bien su partida, ya que entendieron que era un proyecto personal y hasta ahora siguen compartiendo su felicidad y alentándolo a seguir su propio camino, pero admite que extraña la campiña tarijeña y la comida, como las sopas criollas, empanadas y las humintas, que tienen un puesto especial en sus memorias.
Pavel se desarrolla como investigador social en el área de sociología del territorio, actualmente trabaja y desarrolla desarrollo investigaciones sociológicas principalmente en países de América Latina.
Sobre la imagen de Bolivia que tienen en Italia, Pavel reconoce que esta no es de las mejores ya que los conflictos políticos generan que la imagen de Bolivia decaiga.
“En general la imagen de Bolivia ha ido cambiando en relación a la década pasada, cuando se miraba al país como un laboratorio social donde se experimentaban formas innovadoras de ampliación democrática y de emancipación, ahora es visto como más de lo mismo en la región, incluso con contradicciones ya inocultables, yo creo que desde el conflicto del TIPNIS, la imagen de un “proceso de cambio” se fue derrumbando”, dice Pavel.
Pero aún resalta que Bolivia se sigue destacando como un destino turístico pero solamente andino y no así los valles y campiñas.
El cambio cultural en algunos casos suele ser muy fuerte, pero en el caso de Pavel le resultó bastante llevadero, desde aprender italiano que al ser similar al español, logró dominarlo en poco tiempo, hasta la cultura de vida en el país europeo.
Pavel junto a su hija
Como dato interesante, en la ciudad en la que vive, Pavel es el único boliviano, pero señala que en otras ciudades si existen bolivianos residentes como Bérgamo, Génova.
Los paisajes de Italia, su gente, el mar y su comida enamoraron a Pavel para siempre, ya que el sentimiento más puro que es el amor lo encuentra a diario en este país.
“Lo que más me llama la atención en este país es el increíble paisaje y diversidad culinaria que existe, también el sentido de apego a las costumbres de su gente”, señala.
Como anécdota Pavel cuenta que en el lugar donde ahora es su hogar se cultiva uva y produce vino, que es algo que como tarijeño le resultó muy familiar y de por sí lo hizo sentir siempre en casa.
Aconseja a los jóvenes tarijeños a salir de las fronteras, abrir sus mentes y valorar la diversidad y los anima incluso a incluir un aspecto cultural en Tarija para que las personas puedan abrir sus mentes a un futuro, a nuevos caminos, que según Pavel es necesario para Tarija.
«Sin duda que la experiencia de vivir tantos años fuera de Bolivia y de Tarija fue, y sigue siendo, algo muy intenso y de mucho aprendizaje en lo personal, sobre todo en la forma de abrir la mente y mirar todo de otro modo. Por supuesto que uno siempre extraña diversas cosas del lugar donde creció (energías, emociones, lugares, gente, comida, etc.) Sin embargo, también para mí es ineludible decir que encuentro cada vez más una Tarija muy cambiada, y no para bien, lo no tiene que ver con una nostalgia del pasado. Tarija está cada vez más peligrosa, dramáticamente más contaminada (veo más movilidades que gente), más desigual, mal desarrollada, absurdamente más cara«, expresa.
Por el momento Pavel no planea retornar a Tarija pero si la visita una vez al año o a veces cada dos años para compartir unos días con su familia y allegados.
