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jueves, 25 / abril / 2024

La historia de la pizza es una completa mentira

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Quizá te creas un purista de la pizza porque evitas las grandes cadenas en favor de las creaciones napolitanas más auténticas: masa fina, mozzarella y tomates de San Marzano con un par de hojas de albahaca por encima. Tal vez cuidas cada ingrediente al detalle, examinando sus orígenes como lo haría un auténtico couturier.

Tal vez formas parte del fenómeno fanático que se ha generado en torno a la pizza napolitana, el que tanto ha afectado a chefs de todo el mundo, que son capaces de gastar decenas de miles de dólares en hornos especiales para pizza y en conseguir la certificación Vera Pizza Napolitana (VPN). En 2008, dos organizaciones alimentarias de Nápoles, la Real Pizza y la Asociación de Fabricantes de Pizza Napolitana, solicitaron a la Unión Europea la creación de estándares formales para el sello de «Pizza Napolitana», agregando el tipo de regulación que aparece en productos específicos de regiones como la Champaña y el whisky escocés.

Las especificaciones incluyen el número de calorías y la proporción de tomate, queso y sal, así como la temperatura de los hornos (485 grados Celsius, si es que vas a contarlos). Igual que ocurrió con la locura de los cupcakes o la gran histeria del bacón en 2008, las cosas se salieron un poco de madre.

El año pasado, el chef de Phoenix Justin Piazzaalardeó en el Wall Street Journal de que había gastado 25 .000 dólares en un horno de pizza de leña fabricado con ladrillos hechos con las cenizas del Vesubio. En Los Ángeles, algunos fanáticos han estado pagando 1.640 dólares por cursos de tres días para aprender a golpear la masa y triturar los tomates. Como era de esperar, ya han aparecido unos cuantos entendidos con ínfulas.

Sin embargo, el historiador de comida italiana Giuseppe Nocca tiene intención de presentar una investigación que asegura que las primeras apariciones de nuestra amada delicia redonda y rica en carbohidratos no se crearon en Nápoles, sino a unos 60 kilómetros al noroeste, en un pequeño pueblo llamado Gaeta. Nocca ha descubierto la referencia más antigua a la pizza en una documento escondido en el archivo de una iglesia latina («un contrato de renta de la Edad Media», según el periódico británico The Independent) que data del 997 a.C.

Lo más gracioso de todo es que la pizza era una especie de moneda corriente durante las festividades. El documento aclara que se solían pagar 12 pizzas —además de una pata de cerdo y un par de pollos–al obispo de la iglesia en concepto de alquiler de los terrenos locales, que se usaban para poner molinos en las fiestas de Navidad y Pascua.

En 2012, también se pusieron en entredicho los orígenes del nombre de la pizza margarita . Aunque popularmente se cree que fue bautizada así en honor de la reina de Italia, Margarita de Saboya, cuando visitó Nápoles en 1889, el estudioso de comida italiana Zaxhary Nowak realizó una investigación muy exhaustiva y encontró documentos peculiares que no apoyaban la teoría. ¿Suena un poco como Monty Python ? Seguro.

Pero la pizza, aunque esté llena de historias raras de mentiras, obispos y Navidad, es lo suficientemente deliciosa como para que le perdonemos su mentira por tantos años prolongada. Ahora es tu decisión: ¿quieres gastar 25 mil dólares en un horno hecho con cenizas de un volcán italiano?

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